martes, 11 de diciembre de 2007

Enigmas de Venus

Venus es el segundo planeta de nuestro Sistema Solar; durante la mayor parte del año nos ofrece su inigualable fulgor desde algunas horas antes del amanecer o durante algunas horas después del atardecer; es el llamado LUCERO MATUTINO o LUCERO VESPERTINO. Su refulgencia en el cielo, su blanquísima brillantez hicieron que en la Antigua Grecia se le asociara con la Diosa de la Belleza y de ahí su nombre.

Pero Venus, como todo planeta, no tiene luz propia y la que vemos es la del Sol que alumbra su superficie.

Con un pequeño telescopio podemos apreciar que Venus presenta fases como La Luna.

En cuanto a tamaño es bastante parecido a La Tierra, sólo un poquito más chiquito; su rotación alrededor del Sol es más rápidaque la nuestra, el año venusino tiene nada más que 225 dias y esto es una consecuencia lógica de que su órbita alrededor del Sol es más pequeña que la nuestra. Como está más cerca del Sol que nosotros la temperatura en su superficie es muy alta, alrededor de 570 ºF o sea unos 300 ºC.

Todo Venus se encuentra cubierto por una densísima capa de nubes que, curiosamente (y este es un enigma que no ha podido ser descifrado) se mueven en torno a todo el planeta girando incesantemente a enorme velocidad.

Las más recientes investigaciones parecen demostrar que la mayor parte de la superficie del planeta está cubierta por agua, cual si el planeta fuese en sí mismo todo un gran océano. Pero justamente aquí nos encontramos con un gran problema, porque si aceptamos que la temperatura media superficial de Venus es la que indicábamos anteriormente entonces el agua para poder estar en fase líquida tendría que encontrarse por lo menos a la presión de unas 90 atmósferas, y los científicos no creen que pueda haber una presión tan descomunal en la superficie del planeta.

Respecto a Venus hay interesantísimas referencias en las mitologías de las más antiguas, remotas e incipientes civilizaciones; esto ha llamado la atención de los estudiosos del paleocontacto que son quienes se encargan de las presuntas evidencias que parecen testimoniar que nuestra Tierra fue visitada en la antiguedad por seres provenientes de . . . quien sabe qué confín del Universo.


En numerosas leyendas indoamericcanas encontramos referencias a Venus; son leyendas que han pasado de generación en generación y cuyos orígenes se pierden en el tiempo. En ellas se habla de “SERES PROVENIENTES DE LA ESTRELLA RESPLANDECIENTE” (que era como llamaban al planeta Venus); y describían a estos “seres” como de cabezas puntiagudas y orejas alargadas hacia abajo por la parte del lóbulo.

Aquí observamos una extraña coincidencia con las misteriosas esculturas gigantes de las Islas de Pascua; y si a esto sumamos el calendario venusino –que según se calcula fue hecho hace entre 12 y 15 mil años- esculpido en piedra en la Puerta del Sol en Tiahuanaco, y el desconcertante mapa estelar que aparece como pictografía rupestre en la Cueva de Boychán y cuya antiguedad se ha calculado también entre los 12 a 15 mil años ( Vaya curiosa coincidencia!) y en el cual se representa al Sistema Solar visualizándose en él a Venus y a La Tierra enlazados por una línea . . . en fin, que con estos y otros muchos argumentos muchos investigadores han creido en la posibilidad de un origen venusino de los tan buscados extraterrestres aunque, en verdad, esta hipótesis ya hoy tiene pocos adeptos.

Pero respecto a Venus hay un misterio realmente desconcertante . . . un enigma que se resiste a toda explicación científica. Veamos:

Para un astrónomo, o incluso hasta para un simple aficionado a la Astronomía, el discernir si algo que observa a través de su telescopio es UNA ESTRELLA o UN PLANETA es bien sencillo, pues basta comprobar su movimiento para saberlo. De igual modo podemos decir respecto a los satélites o lunas que giran en torno a los planetas.

Esto es algo bien sencillo que no ofrece dudas ni riesgos de equivocaciones.

Analicemos estos hechos:

25 de enero de 1672. El eminente astrónomo Kassini (quien a la sasón tenía ya a su haber el descubrimiento del “Punto Rojo” de Júpiter) vio con su telescopio un objeto muy cerca de Jupiter. Era muy temprano en la madrugada, refiere que estuvo observando aquel cuerpo durante unos 10 minutos, pero aunque estaba casi seguro de haber descubierto la Luna de Venus prefirió no decir nada en espera de poder repetir la observación y asegurarse de su descubrimiento. A partir de ahí trato una y otra vez en vano de volver a ver aquel objeto que estaba tan cerca de Venus que debía de ser su luna. Kassini no volvió a ver aquel cuerpo sino hasta 14 años después, exactamente el 18 de agosto de 1686 a las 4:15 de la madrugada.

En esta ocasión el astrónomo pudo calcular el tamaño aproximado de la Luna de Venus asegurando que era algo más de un cuarto del tamaño del planeta y que su órbita era muy cercana a Venus (cosa esta por demás muy improbable de acuerdo a las Leyes de la Mecánica Celeste), y hasta precisó que la Luna que él estaba observando se localizaba a sólo 3/5 del diámetro de Venus. Durante los 15 minutos que duró la observación Kassini pudo comprobar que esta Luna al igual que Venus o la propia nuestra, presentaba fases.

Durante muchísimo tiempo los más connotados astrónomos trataron de ver la “Luna de Venus” pero todos los esfuerzos resultaron en vano

Sólo al cabo de 54 años el inglés James Short reportó haber encontrado un cuerpo muy cerca de Venus que se localizaba a una distancia de 1/3 del diámetro del planeta. De lo que escribió en su Diario de Observaciones aquel 23 de octubre de 1740 se puede apreciar que Short pudo estudiar muy bien aquel objeto a través de su telescopio por espacio de una hora.

Como se comprenderá, a partir de este nuevo reporte todos los astrónomos enfocaron sus mejores instrumentos hacia Venus pero . . . nada! . . . la huidiza Luna de Venus no se dejaba ver, y tuvieron que transcurrir otros 19 años para que Andrea Mayer, del Grais Upal (en Alemania) asegurara haber podido ver un extraño cuerpo en las proximidades de Venus. Ella, como sus predecesores Kassini y Short identificó su descubrimiento como “La Luna de Venus”. Durante la media hora que duró su observacion Andrea no pudo precisar muchos detalles pero si tuvo elementos suficientes como para descartar cualquier error.

Una vez más los astrónomos de todas partes del mundo giraron sus telescopios hacia Venus tratando de repetir la observación y poder precisar mas detalles sobre la presunta Luna; sin embargo nadie la veía, nadie la encontraba por ningún lugar.

Fue por esta razón que la hipótesis sobre la Luna de Venus no tuvo aceptación y si muchos detractores.

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