martes, 11 de diciembre de 2007

illuminati (Parte 2)

El Poder Secreto detrás de la Historia

¿Simple paranoia o plan global?

Por definición es imposible tener siquiera, hoy por hoy, una perspectiva completa —y correcta— de las estrategias de Los Iluminados. Sin embargo, podemos inferir que ciertos hechos aparentemente inconexos entre sí guardan empero una estrecha relación, en orden de condicionar el giro (tal vez sea exagerado hablar aquí de “evolución”) de nuestra civilización tras sus objetivos. Estos hechos serían:

  • La metódica y planificada pauperización de ciertos países “tercermundistas” con el objetivo de lograr el control territorial de los mismos.

  • La aparición y subsecuente expansión del SIDA.

  • La “programación mental” de aquella parte de la población mundial culturalmente activa, encolumnándola tras un paradigma donde lo “correcto y aceptado” en términos intelectuales es, paradójicamente, lo más alejado posible de una verdadera espiritualidad.

Una simple digresión antes de pasar a ello: estas consideraciones me supondrán —qué duda cabe— el mote de “conspiranoico”, con que se ha abusado hasta el hartazgo para definir a quienes creen ver —o constatar— ciertos complots globalizados en marcha. Precisamente, el sólo triunfo actual de la así llamada “globalización” no tenía tan errados a estos pioneros que más de cien años atrás ya advertían la aproximación de un gobierno mundial que bajo la mascarada de progreso tecnológico y humanitario en realidad sólo tendía a la centralización de las estructuras económicas de poder. Pero no es de eso que estamos hablando ahora. Simplemente, quisiera acotar que en cierto modo me resulta halagador ese sanbenito, pues la experiencia periodística de los últimos años ha demostrado que una palabra destinada a insultar y desmerecer a quien se le endilgare (presintiéndole un delirante paranoide que ve conspiraciones en todas partes) se ha transformado casi en un vocablo aséptico que hoy por hoy simplemente etiqueta más una postura ante la historia “oficial” que encerrar un juicio de valor a quien lo porte. Pequeñas venganzas semánticas.

Analicemos los tres ítemes referidos.

El control territorial

Cada uno de los puntos aquí mencionados merecería por sí mismo un extenso artículo. ¿Un artículo? Una decena de ensayos, seguramente. Pero para no aburrir al lector, permítanme llamar su atención sólo sobre ciertos hechos puntuales. Por ejemplo, y mirando hacia adentro; ¿es sólo “casual” —en un contexto histórico— lo que está pasando en Argentina, hoy? ¿Es sólo el producto de la condena kármica de contar con dirigentes corruptos e ineficientes? ¿Es el “ser” argentino? ¿O hay otra cosa?

Desde la perspectiva que pueden tener los lectores en el exterior, es sencillo suponer que la debacle de nuestro país es sólo la consecuencia de una pésima administración y la falta de cultura democrática. Sin embargo, a ese mismo observador exterior se le debería hacer difícil conciliar ello con el hecho irrefutable de que a comienzos del siglo XX Argentina estaba posicionada entre los siete países más desarrollados y ricos del planeta. Más aún; en 1917, el ingreso de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial supo demorarse porque entre otros aspectos el Congreso norteamericano discutía si el embarcarse en una guerra de tal magnitud no sería aprovechado precisamente por nuestro país para desplazar al suyo en la hegemonía hemisférica. Y esto no son delirios trasnochados: son hechos históricos.

Tenemos, sí, una tradición de gobernantes corruptos. La pregunta es: ¿será parte del “ser nacional” o su instauración también ha sido digitada por el poder en las sombras? ¿Somos simplemente malos administradores de la fortuna con que la Naturaleza nos dotó —es una frase remanida pero no inexacta decir que pocos países en el mundo tienen, como el nuestro, todos los climas, todos los minerales, todas las explotaciones productivas potenciales, todos los recursos— o existe una “programación” para, en un plazo más o menos mediato, entregar ese inmenso capital a cambio de unas monedas? Y si esto fuera verdad; ¿qué mejor estrategia que convencer, no sólo a los habitantes del resto del mundo sino muy especialmente a nosotros mismos, que somos unos irredentos chapuceros, incapaces de rescatar este país de la desaparición y sugerirnos, a través de la TV “progre” que la “gente de bien, con esperanza en el futuro y ganas de luchar por una mejor calidad de vida” es precisamente la que opta por hacer las valijas y abandonar el país? Los que se quedan son los resignados, es decir, los pobres de espíritu. Y estoy convencido de que no necesariamente piensa así cada argentino que pone en orden su pasaporte. Digo, por el contrario; éste es el modelo que nos están vendiendo hoy por hoy los medios.

Aún recuerdo algunas de las múltiples consecuencias generadas por mi ensayo “En busca de las raíces espirituales de la crisis argentina” (AFR Nº 69) entre las cuales no era la menor la de muchos compatriotas indignados que —la mayoría escribiéndome desde el exterior y otros casi con un pie en la escalerilla del avión— reivindicaban (lícitamente) su derecho a irse, en una argumentación que siempre giraba alrededor de una autoconmiseración jamás reconocida. Es que es difícil, muy difícil, ser juez y parte. Y, de todas formas, sus argumentos no revelaban más que la profundidad de esa programación en la que han sido desde siempre cultivados.

Hielos continentales.Lo que firmemente creo es que, siempre bajo las órdenes de ese Nuevo Orden Mundial, la idea es apropiarse —por parte de las plutocracias ya mencionadas— de territorios aún vírgenes como nuestro país. Primero, comprándonos muchos recursos (el petróleo, los servicios públicos) a precios ridículos por obra y gracia de gobernantes sólo eficientes en contagiar a las masas del clima festivo que la misma dilapidación de esas monedas podía generar por un tiempo. Luego, cuando nada quede por vender, la tierra misma. En la Patagonia, por caso, los así llamados “hielos continentales patagónicos” encierran la segunda reserva de agua dulce más importante del planeta. A como avanza la desertización y según se extinguen las reservas petroleras, dentro de cincuenta años la Patagonia tendrá más valor estratégico que Kuwait, Dubai e Irak juntas. Y los paladines de las doctrinas económicas imperiales no cometerán otra vez el mismo error. Así que la estrategia es, desde ahora, asegurarse esos inmensos territorios. ¿Qué mejor que pauperizar a la población, sumergir a las masas en la frivolidad, la incultura y el pasatismo, convencer maquiavélicamente a los sectores intelectualmente capaces de irse a ejercer sus neuronas lo más lejos posible, sumir a la Nación en el caos económico y comprar a terratenientes ahogados en sus deudas grandes latifundios a precios irrisorios? ¿Qué mejor, para este Nuevo Orden Mundial, que presionar a un gobierno tan débil como el argentino (si el pasado, el presente o el futuro, es sólo cuestión anecdótica) de la necesidad de preservarse de los grandes fantasmas, el terrorismo internacional y los carteles de la droga, para desembarcar en sus territorios desde militarmente (la futura base americana de Tolhuin, en Tierra de Fuego, y las especuladas en Salta y Entre Ríos, son meros ejemplos) hasta económicamente (literalmente, partiendo en dos a la república con las operaciones inmobiliarias ya citadas). Cito a la periodista Stella Calloni (año 2004):

“La posibilidad de que Estados Unidos intente algún tipo de acción militar en Ciudad del Este, Paraguay, en la zona de la Triple Frontera durante las maniobras militares previstas para octubre próximo en Misiones, no surgió de una simple especulación. Se trata del avance de una apresurada militarización estadounidense a consecuencia de la guerra antiterrorista declarada por la administración de George W. Bush.

”Esa declaración de guerra anuló las soberanías, desconociendo las fronteras después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 sirviendo como anillo al dedo para avanzar en el esquema de Guerra de Baja Intensidad (GBI) diseñada para controlar los previsibles conflictos que agitarían a América Latina, bajo la imposición del denominado ‘terrorismo económico’. A esto se agrega la prioridad dispuesta por Washington para asegurarse reservas petroleras y otros productos estratégicos en América Latina. Como señala un analista local ‘la convocatoria del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en el marco de la Organización de los Estados Americanos (OEA) dos semanas después de los atentados del 11 de septiembre ha generado en algunos países de la región la iniciativa de buscar nuevas formas de militarización de su vida pública, usando como escudo la movilización mundial contra el terrorismo que lidera Estados Unidos’.

Estrellamiento del "2do avion" en una de las torres del WTC el 11 de Septiembre de 2001.

El comienzo de otro siniestro plan...

”Una serie de maniobras y operaciones en distintos países sentaron las bases para los nuevos movimientos, como los que se proponen en Argentina para los próximos meses y en otros países provocando una fuerte reacción de Brasil, entre otras naciones. Analistas brasileños advierten que desde el Plan Colombia, se avanzó en el 2001 hacia la ‘Iniciativa Andina’ y a otros planes como ‘Nuevos Horizontes’ que han permitido el ingreso de tropas a distintos países como Guatemala y Paraguay. Por medio de la iniciativa Andina precisamente se propuso crear una fuerza multinacional para actuar en una intervención a Colombia, donde las guerrillas fueron calificadas por Washington como el ‘mal terrorista’ que hay que eliminar.

”El Comandante en Jefe Interino del Comando Sur del Ejército norteamericano, Gary Speer, afirmó que su fuerza ‘reconoció (en la Triple Frontera) una amenaza terrorista viable en América Latina mucho antes del 11 de septiembre’ y que si esa amenaza, ‘no es expuesta y removida, representa un potencial de peligro tanto para nuestra seguridad nacional como para la de nuestros vecinos’. La exposición de Speer se realizó en el parlamento donde mencionó la Guerra contra el terrorismo y la política estadounidense en Colombia. ‘En el Comando Sur —continuó— nosotros venimos monitoreando actividades terroristas durante años, incluyendo incidentes como los ataques con bombas contra la embajada israelí en Buenos Aires y la sede mutual judía en la Argentina, en 1992 y 1994, atribuidos a Hezbolá’. Según Speer, ‘recientemente grupos terroristas internacionales se dirigieron hacia algunos países de América Latina’, donde encontraron ‘puertos seguros desde los cuales sostener operaciones a nivel mundial’. El militar señaló que la zona de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay ‘sirve como base de soporte para grupos radicales islámicos como Hezbolá, Hamas y Al Gama´at al-Islamiya’.

”Todo esto cambió el escenario en el sur. Por primera vez en 132 años las fuerzas armadas brasileñas discuten un documento donde ya no se considera a la Argentina como una hipótesis de conflicto armado para ese país, Brasil trata de llegar a acuerdos dentro del Mercado Común del Sur y establecer sus esfuerzos en la Amazonia en su frontera con Colombia. ‘Los avances estadounidenses han acelerado la reacción de varios países; en el caso de Brasil la iniciativa tiene como fundamento el hecho de compartir el mismo espacio geopolítico y las mismas preocupaciones por la estabilidad regional. Pero los brasileños tienen, en la mira, un proyecto más ambicioso: extender esa cooperación defensiva a toda América del Sur’ señala un análisis.

”Todo esto está en la región conjuntamente con el avance del terrorismo económico, impuesto a sociedades que han retornado a 50 años atrás como sucede en Argentina. Y además se ha movilizado la sociedad en torno a temas de seguridad colectiva, cuando mafias y bandas organizadas actuando con el poder político local y mundial ponen su cuota de criminalidad para azuzar los autoritarismos. América Latina sin embargo resiste y esto crea tantas contradicciones al poder mundial, como sus desvaríos y la impunidad con que pretende avanzar y ya hay países que no se pliegan tan fácilmente a la maquinaria de una guerra que puede arrastrar al mundo a la hecatombe.

”El temor de sectores de las fuerzas armadas del Cono Sur es que la presencia militar de Estados Unidos en esta subregión complementa el esquema de la base estadounidense en Manta, Ecuador, y permite una serie de operaciones conjuntas que involucrarían a otros países, a la vez que se menciona el funcionamiento de la Escuela de Selva de Coca en la región selvática de Ecuador, donde se entrenarían a militares brasileños, colombianos y ecuatorianos en técnicas de guerra. También se mencionan los aportes que realiza a este conjunto la Base Naval de Iquitos, en el norte de Perú, donde habría más de medio centenar de asesores estadounidenses con lanchas rápidas como las que patrullan en la zona de Zarate Brazo Largo en el río Paraná en la Argentina.

”La reciente denuncia de Amnesty Internacional sobre el entrenamiento de soldados peruanos, a los que se sometía amarrados, a choques eléctricos y cuyas imágenes conmovieron al mundo, indican el tipo de asesoramiento común a los viejos esquemas de la Escuela de las Américas en el Comando Sur estadounidense. Esta Institución prevé para este año una cantidad de operaciones y en esto se inscribe la supuesta asistencia para el desarrollo ambiental, que ha firmado con varios países del Sur. Mediante ese convenio marines armados hasta los dientes ingresaron al territorio de la provincia de Misiones para supuestamente combatir al mosquito portador del dengue.

”Asimismo a lo interno, ya hay acciones de intelectuales, y de un sector de la población que ha comenzado a reaccionar ante la seguridad interna y sus graves consecuencias en desmedro de todos los derechos ganados. Ser gendarme en un mundo acosado por la injusticia y a la vez despierto en sus derechos no será fácil. Y ya se está sintiendo.”

Y la importancia estratégica que también tiene el Amazonas para estos grupos plutocráticos, queda puesta de relieve en este cable periodístico (2004):

POLEMICA POR UN SISTEMA DE VIGILANCIA AMAZÓNICA

El Sistema de Vigilancia Amazónica (SIVAM), inaugurado a mediados de septiembre por el presidente Fernando Henrique Cardoso, vuelve a ser objeto de escándalos como en 1996, cuando costó el puesto de algunos funcionarios.

El sistema, que integra radares, aviones y bases móviles y fijas, fue montado por la cuarta mayor empresa de defensa en los Estados Unidos. Raytheon tiene como es obvio un cliente cautivo en el Pentágono. Su facturación anual asciende a 4.100 millones de dólares. El proyecto costó 1.400 millones de dólares y fue parcialmente financiado por el Eximbank.

El SIVAM vigilará los 5 millones de kilómetros cuadrados que cubre la selva del Amazonas. Y podrá rastrear cualquier avión que entre en el espacio aéreo brasileño por la extensa frontera selvátiva.

Una investigación periodística del diario Folha de Sao Paulo reveló que la Raytheon venció a la francesa Tahles (conocida antiguamente como Thomson) en forma poco leal. Documentos oficiales obtenidos por Folha en Washington, revelan que Raytheon tuvo “ayuda” especial para vencer en la pelea. El auxilio no sólo vino de los servicios de inteligencia norteamericanos sino también de un alto jefe militar brasileño. El diario paulista cita al teniente brigadier Marcos Antonio de Oliveira, hoy jefe del Estado Mayor de la Aeronáutica como uno de los artífices de ese triunfo.

Según se afirma, en junio de 1994, antes de la presentación de las dos propuestas finales, el gobierno norteamericano consiguió información sobre las condiciones de financiamiento que ofrecía su competidora francesa. Y además tuvo una garantía adicional del gobierno brasileño: que se compartirán los datos con Estados Unidos. Con la victoria de la empresa norteamericana, uno de los documentos exhibidos por Folha asegura que al integrarse el SIVAM a una red de radares (de EE.UU.) en la cuenca caribeña, implicará una gran ventaja informativa hemisférica.

Esto contrasta con el contrato con Raytheon, donde la compañía sólo debía proveer el software y equipos. Pero quedaría excluida de la obtención de datos y su procesamiento, exclusivamente a cargo del gobierno brasileño. Según Folha, eso no explica que para Estados Unidos el negocio de Raytheon fue una excelente oportunidad para satisfacer sus intereses en las áreas de monitoreo ambiental, seguridad del tráfico aéreo y combate del narcotráfico.

El proceso de contratación de la Raytheon estuvo a punto de fracasar en 1995 y el gobierno llegó a pensar en frenar todo el proyecto. Pero los ejecutivos de la compañía norteamericana movieron todas las fichas en Washington. Desde autoridades del Departamento de Comercio hasta la embajada norteamericana en Brasilia presionaron al Congreso brasileño para que sacara el proyecto SIVAM del pantano. De acuerdo con el diario, el teniente brigadier Oliveira coordinaba el proceso de selección de las empresas proveedoras de equipos cuando hizo una maniobra que aseguró a Raytheon el montaje del SIVAM. Fue al conseguir una carta del gobierno brasileño que permitió desatar un préstamo del Eximbank. Así, la empresa norteamericana consiguió presentar una mejor propuesta que su competidora francesa.

El brigadier Oliveira negó la información de que “haya privilegiado” a una empresa o a un gobierno en el proceso de selección. También negó haber prometido a los Estados Unidos que tendrían un acceso privilegiado a la información. Oliveira fue uno de los militares que convenció al ex presidente Itamar Franco a no realizar una licitación pública. Fue durante la presidencia del actual gobernador de Minas Gerais que declaró vencedora a Raytheon, en julio de 1994.

El SIVAM cuenta además con 5 satélites en órbita que sobrevuelan la región cada 20 minutos y recogen los datos que las estaciones terrestres recolectan. Hay un CCG (Centro de Coordinación General) en Brasilia y tres CVR) Centros de Vigilancia Regional en Porto Velho, Manaos y Belén. Causalmente, la Raytheon fue la empresa contratista de seguridad más beneficiada con contratos multimillonarios para proveer tecnología destinada a reforzar la seguridad interior de EE.UU. luego de los atentados del 11-S.

Distribución del SIVAM sobre territorio brasileño.

Distribución del SIVAM sobre territorio brasileño.

A mediados de los 90, un empresario multimillonario ligado al grupo internacional Rockefeller, Douglas Tompkins, presidente de la fundacion Deep Ecology, comenzó a adquirir enormes extensiones de bosques vírgenes en el sur de Chile, con la aparente intención de crear el parque privado más grande del mundo, con cerca de 300.000 hectáreas. Tras conseguir el reconocimiento de su parque por el Gobierno de Chile, Tompkins ha continuado extendiendo sus posesiones territoriales. Hoy, sus territorios y los de sus asociados superan ampliamente las 400.000 hectáreas, y han cortado literalmente a Chile en dos.

Lo más grave de este asunto es lo oscuro de las intenciones del magnate. Supuestamente actuaría con fines conservacionistas, pero curiosamente las regiones adquiridas no estan ni han estado nunca amenazadas. De hecho, estan casi deshabitadas, más ahora que Tompkins esta forzando la salida de los pocos colonos que aún viven en esas latitudes.

Pero Tompkins no es el único multimillonario extranjero adquiriendo vastos terrenos vírgenes. También Rick Klein, David Syre, Jan Mosse, Timmy Goldsmith, James Goldsmith, Jeremy Henderson y un tal Schidlowsky, entre otros, han comprado enormes porciones de tierra no sólo en el sur de Chile, sino también en el sur argentino. Curiosamente, todos son importantes miembros de organizaciones ecologistas (Deep Ecology, Ancient Forest International, World Tree Foundation, etc.) Dichas extensiones, al ser adquiridas por fundaciones u organismos constituidos como sujetos de derecho internacional, quedan sujetas a las leyes de compra de los Estados Unidos, lo que constituye un gravísimo antecedente en contra de la efectiva soberanía chilena en dichos territorios.

Ahora bien, si nos remontamos a la década del 60, durante la administración Kennedy, el gobierno norteamericano quiso reevaluar la efectividad de su política imperialista. Debido a que los conflictos bélicos estaban teniendo un costo político demasiado alto (recordemos la Seguna Guerra Mundial, Corea, Vietnam), acordaron estudiar una mejor forma de mantener su dominio sin la necesidad de la guerra convencional. Para esto, se reunió a doce de sus mejores científicos, sociólogos y psicólogos en la Universidad de Houston, financiados por Rockefeller, quienes crearon el denominado “Iron Mountain Plan”, y que elaboraba como solución la utilización de la preservación del medioambiente. Es decir, la “ecología”, al ser una causa tan noble y de relevancia universal, seria difícil que encontrara opositores. Así, comenzó la creación y la ofensiva de innumerables grupos “ecologistas”, manipulados por los intereses norteamericanos.

Ya que para nadie es un misterio el que Estados Unidos sea a su vez controlado por la consabida cúpula hegemónica, bien podemos afirmar que es esta cúpula la que está detrás de la ecología. Y si vemos que la compra de territorios en Chile y Argentina está siendo efectuada por estos mismos grupos ecológicos, es cosa de saber sumar dos y dos.

Aun así, la real dimensión de esta situación la obtenemos analizando a Theodor Herzl, el fundador ideológico del Estado de Israel. En su libro “Der Judenstadt”, de 1897, Herzl evalúa dos opciones para la ubicación geográfica del Estado de Israel: Palestina y la Patagonia. Asimismo, afirma que en cincuenta años habrá un estado judío en Palestina, pero lo que realmente importa es que en cien años habrá un estado judío en el cono sur de Sudamérica, pues por la escacés de habitantes y la riqueza de recursos sería “la Tierra Prometida”. Nair Judá.

¿Debo decirlo? Sí, debo decirlo, pues no faltará aquí el imbécil que sin profundizar la médula de estos planteos simplemente concluirá que mis argumentos —y mi ideología— es “discriminatoria”. Sí, debo decirlo: no son las etnias, ni las colectividades, ni las naciones, ni siquiera las ideologías ni las creencias las responsables de este monstruoso plan de dominación mundial. Son los individuos. Ciertos individuos, aquellos que sólo reconocen como ciudadanía común la de la Bolsa, como lengua común la del dinero, como moral y principios comunes los del poder a toda costa. Individuos que a conveniencia adoran o execran su propia Historia, las luchas de sus antepasados. Que cambian de banderas como de ropa interior. Individuos que tratan de confundirnos estimulando entre nosotros —todo el orbe— odios y rencores de estos contra aquellos, de “ismos” contra otros “ismos”. Individuos que no dudan en llevar la carnicería a sus propios compatriotas —por lo menos, a quienes lo son en teoría— que no trepidan en valerse de instituciones preexistentes, sociedades iniciáticas, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, estructuras todas que inficionan para, aprovechándose de la buena voluntad de muchos que en ellas militan, propender a sus propios fines.

Anoten, simplemente anoten. Al día de hoy, más de 34.000.000 de hectáreas de las regiones más ricas de Argentina —sí, leyeron correctamente la cifra— han sido vendidas o están en trance de hacerlo a multinacionales. El país destruido, el país donde nada queda por hacer, el país condenado a la ignominia por no “honrar sus compromisos internacionales” (según un FMI que exige que las deudas sean pagadas a costa de las reservas y la coparticipación federal, esto es, el dinero que el gobierno central debe enviar a las provincias para tender planes de ayuda social, salud y educación), en fin, el país en el cual no vale la pena invertir según pontifican en Wall Street es comprado con voracidad de buitres por una camada de “elegidos”.

Y en consonancia con esto, existe un rosario de hechos sobre los cuales no podemos extendernos aquí (no porque no podamos, sino simplemente porque lo reservamos para una mejor oportunidad). Deberíamos hablar de los experimentos semi clandestinos, semi oficiales, que a mediados de los años ’90 se realizaron en campos cercanos a la ciudad de Azul, en la provincia de Buenos Aires, por elementos nunca claramente identificados de empresas farmacéuticas norteamericanas con el ganado vacuno de esa región, en un escandaloso programa experimental de vacunación que, según se supo después, sólo enmascaraba la prueba de medicamentos prohibidos por sus autoridades en el gran país del norte. Podríamos extendernos sobre las operaciones militares del 2001 en la provincia norteña de Salta juntamente con las llevadas a cabo por unos 80 “marines” en nuestra provincia de Entre Ríos, sobre la cual hubo una demanda de explicaciones de la honorable Cámara de Diputados de la Nación a las autoridades militares al trascender al público su presencia, ya que estaban operando sin informar siquiera a los gobiernos provinciales. (Acotación graciosa: preguntada una alta fuente de Gendarmería Nacional por qué ese grupo de marines elegiría precisamente esa zona de islotes boscosos, aquella respondió que “por las especiales características del lugar, que la hacían ideal para el entrenamiento de los norteamericanos”... ¡como si los “marines” no contaran en todo el mundo con miles de lugares de similar tenor para entrenar, y además y extrañamente, a escondidas de las autoridades civiles). Podríamos relatar que durante todos los ’90 la misma zona donde en el 2002 entrenaron los “marines” fue constelada por decenas de testimonios de visiones de “helicópteros negros”. Podríamos preguntarnos si fue pura casualidad que las maniobras conjuntas en el Norte argentino estaban programadas desde el 25 de agosto al 11 de septiembre de 2001. Podríamos extendernos sobre ciertas extrañezas —si cabe la expresión— que hemos estado observando al estudiar panorámicamente la “oleada” de mutilaciones de ganado en Argentina. Podríamos hablar de que a fines de este año —con una continuidad insólita— han de repetirse las “operaciones conjuntas”, pero Estados Unidos (recuerden: “o están con nosotros, o están contra nosotros”) ya advirtió que esta vez quiere para sus efectivos de todo rango el status jurídico de la “inmunidad diplomática”. Es decir, que en otros términos, si algún “marine” en su próxima visita viola a la hermana del lector, no puede ser juzgado por la Justicia civil y Penal de este país, lo que es tanto como darle “licencia para matar” a cualquier uniformado por el mero hecho de tener pasaporte estadounidense, una monstruosidad jurídica imposible de concebir en cualquier nación que respete su autodeterminación y su dignidad... Pero para qué seguir.

En el mapa se indica el área donde operaron clandestinamente “marines” de Estados Unidos en nuestra provincia de Entre Ríos en 2001.

En el mapa se indica el área donde operaron clandestinamente “marines” de Estados Unidos en nuestra provincia de Entre Ríos en 2001.

El fantasma del HIV y el SIDA

Sobre esto no abundaremos en extensión por el mero hecho de no ser suficientemente idóneos para ello. Salvo para hacernos ciertas preguntas, las cuales comenzarían con algo tan aparentemente “inocente” como: ¿estamos seguros de que hay una pandemia de SIDA? ¿Qué certeza tenemos de que el HIV produce el SIDA?

Ya en aquel informe de la “Montaña de Hierro” a que hiciéramos referencia párrafos atrás, se planteaba la necesidad de reducir drásticamente la población mundial para un “mejor aprovechamiento” de los exigüos recursos. Una solución malthusiana es la guerra, siempre oportuna... siempre conveniente... siempre redituable. Otra, una enfermedad tan irreversible que aun cuando se conociese una cura, ésta estuviera sólo al alcance de unos pocos privilegiados económicos.

Recomendamos al lector interesado la lectura de dos artículos ya publicados en nuestra revista electrónica, en AFR Nº 64 (LAS PRUEBAS PARA DIAGNOSTICAR LA INFECCIÓN VIH NO SON ADECUADAS enviado por Patricia Sobrado a la lista Sanación Natural, extractado del artículo “Las pruebas para diagnosticar la infección VIH no son adecuadas”, publicado en El Pequeño Periódico, edición Nº 52, julio/agosto de 1999) y AFR Nº 62 (SIDA: ¿CONTROL DEMOGRÁFICO? por Patricia Sobrado).

Pero podemos profundizar esas reflexiones. De hecho, formalmente prometo regresar sobre el particular en un próximo trabajo, elaborando una hipótesis vinculante entre SIDA y explotación capitalista. De neto corte malthusiano, el síndrome “pandemia SIDA” no sería, bajo esa aproximación, más que otra faceta de la sociedad de consumo digitada por un omnímodo poder financiero centralizado.

La programación colectiva

Desde que se desenmascarara la realidad de proyectos como el MK Ultra de los militares norteamericanos (y Dios sabe cuántos otros “proyectos negros” de Control Mental de la población aún permanecerán bajo siete llaves) hay que ser realmente muy ingenuo para no pensar que el eterno deseo de los gobiernos de todos los tiempos de monitorear los pensamientos, deseos y creencias y, de ser posible, digitarlos, en orden a sus propios pueblos, ha encontrado en estas épocas el perfil más cercano a hacerse realidad. Pero tal vez ese logro no responda a cienciaficcionescos equipos ultrasofisticados en manos de alucinados científicos, sino simplemente manipulando uno de los grandes fenómenos del siglo XX, un ícono del entretenimiento popular: la televisión. No resisto la tentación de reproducir aquí un largo pero sustancioso artículo que me enviara nuestro amigo Brent y que pertenece a Carlos Bravo Regidor, la crítica literaria de una obra de Giovanni Sartori; “Homo videns. La sociedad teledirigida” (publicado en Madrid por Editorial Taurus bajo traducción de Ana Díaz Soler, 1998):

“Dice Ortega, en La rebelión de las masas, que ‘lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera’. Dicha aseveración, escrita a finales de la década de los veinte, se ratificaba a mediados del siglo, cuando aparecía el aparato creador y recreador, por excelencia, de las masas: la televisión.

”A partir de ese hecho, Giovanni Sartori advierte: un mundo concentrado sólo en el hecho de ver es un mundo estúpido. El homo sapiens, un ser caracterizado por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende.

”El proceso comienza desde la infancia. La televisión es la primera escuela del niño, en donde se educa con base en imágenes que le enseñan que lo que ve es lo único que cuenta. Así, la función simbólica de la palabra queda relegada frente a la representación visual. El niño aprende de la televisión antes que de los libros: se forma viendo y ya no lee. Dicha formación va atrofiando su capacidad para comprender, pues su mente crece ajena al concepto —que se forma y desarrolla mediante la cultura escrita y el lenguaje verbal—. De esta manera, ‘los estímulos ante los cuales responde cuando es adulto son casi exclusivamente audiovisuales’.

”Dejando a un lado la función de entretenimiento que la televisión tiene, Sartori se concentra en su labor formativa. No es el homo ludens el que le interesa, sino el homo videns. Si el niño crece junto al televisor, su concepción del mundo se vuelve una caricatura; conoce la realidad por medio de sus imágenes y la reduce a éstas. Su capacidad de administrar los acontecimientos que lo rodean está condicionada a lo visible: su capacidad de abstracción (de trascender, por decirlo de algún modo, lo que le dicta el ojo) es sumamente pobre, ‘no sólo en cuanto a palabras, sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado’. La imagen no tiene contenido cognoscitivo, es prácticamente ininteligible. El acto de ver anula, en este caso, el de pensar. El concepto queda sumergido entre colores, formas, secuencias y ruidos de fondo. En tanto que la asimilación de una palabra requiere del conocimiento de un lenguaje y de una lengua, la imagen, por su parte, se procesa automáticamente: se ve, y con eso es suficiente.

”Por supuesto, Sartori no ignora las repercusiones políticas que acarrea el surgimiento del homo videns. Si es cierto que la democracia es el gobierno de la opinión, y que los medios (especialmente la televisión) son, en gran medida, formadores y transmisores de la misma, entonces la importancia que adquieren como instrumentos de y del poder es enorme.

”En el mundo del homo videns no hay más autoridad que la de la pantalla: el individuo sólo cree en lo que ve (o en lo que cree ver). Sin embargo, la imagen también miente; puede falsear los hechos con la misma facilidad que cualquier otro medio de comunicación, con la diferencia de que, ‘la fuerza de la veracidad inherente a la imagen hace la mentira más eficaz y, por tanto, más peligrosa’. Además, la propia naturaleza del espacio televisivo tiende, irremediablemente, a descontextualizar las imágenes que transmite, pues mientras se ocupa de las últimas noticias y de las imágenes más escandalosas, margina otros aspectos que aunque pueden ser más importantes que los que se ven, no son, plásticamente, tan atractivos. Lo inquietante es, pues, que el poder de la evidencia visible es contundente, ésta siempre dice lo que tiene que decir: su veredicto es irrefutable.

”Asimismo, el hecho de que la televisión lo convierta todo en espectáculo, atropella la posibilidad del diálogo: la pantalla, simplemente, no tiene interlocutores. La imagen no discute, decreta; es, al mismo tiempo, juicio y sentencia. Lo cual es aún más grave si se piensa que la televisión tiene, por lo mismo, cierta preferencia por el ataque y la agresividad, pues pueden ser, en sí, visuales; en tanto que la defensa o la inteligencia requieren, por su parte, de un discurso que para el ojo desnudo es aburrido e indescifrable. Quien es acusado por los medios, es, en la mente del público, culpable inmediatamente.

”Las elecciones se vuelven, por su parte, una competencia en donde son los hombres, y no los programas de gobierno ni el respaldo partidista, los que se graban en la mente del elector. ‘La televisión nos propone personas en lugar de discursos [...] El video-líder más que transmitir mensajes es el mensaje’. La política, por televisión, requiere de personajes, se fundamenta en la exhibición de rostros. No obstante, ello varía según el sistema político en cuestión: si el voto es por lista o por candidato, si es en distritos uninominales o plurinominales, si los partidos son débiles o están institucionalizados, si se trata de un sistema presidencial o parlamentario. La tendencia, sin embargo, persiste en mayor o menor grado: la imagen televisiva personaliza la política.

”Cuando Ortega sentenciaba ‘el hombre-masa no atiende a razones’, su juicio era exacto. Ahora, la televisión acentúa ese fenómeno en el homo videns: promueve la emotividad y la excitación, muestra imágenes que conmocionan y encienden pasiones en el televidente, sin que éste tenga que comprender lo que mira; sus pasiones lo determinan sin sesgos racionales.

”En la era global, la televisión fortalece el localismo, aldeaniza. ‘El mundo visto en imágenes es necesariamente un mundo de primeros planos: algunas caras, un grupo, una calle, una casa. Por tanto, la unidad foto-aprehensible es, al máximo, la aldea, el conglomerado humano mínimo’. La realidad se percibe por medio de estampas, de tomas y cortes que, en definitiva, reducen la complejidad de los hechos y del planeta para hacerlo video-interesante. De tal suerte, la televisión se convierte en un agente perverso de la globalización. Mientras que por un lado homogeneiza mediante la explotación de la sensibilidad del público (¿o debería decir sensiblería?); por el otro, fragmenta, mostrando recortes del mundo que impiden una comprensión integral de éste. Muestra imágenes de aldeas dispersas y distintas, pero que provocan lo mismo.

”Sobre la posibilidad del gobierno del pueblo en la época del homo videns, Sartori cita a Ghita lonescu: ‘El hecho de que la información y la educación política estén en manos de la televisión [...] representa serios problemas para la democracia. En lugar de disfrutar de una democracia directa, el demos está dirigido por los medios de comunicación’. Éstos no son el espejo de la opinión pública, sino la pantalla que recoge el eco que viene de regreso. De acuerdo con Sartori, no reflejan los cambios que ocurren, sino las transformaciones que, a la larga, promueven. La abundancia de información no garantiza la comprensión de los fenómenos: ‘se puede estar informadísimo de muchas cuestiones, y a pesar de ello no comprenderlas’. La televisión produce un demos cuyo criterio somete a sí misma. No es una multitud que cree opinión, es un público que la demanda. Y así, se genera un grave problema de autoconsistencia: la referencia del público es la opinión que los medios transmiten, de manera que el productor produce a sus consumidores y éstos, a su vez, se vuelven adictos al producto. Un homo videns que ha perdido la capacidad de disentir se vuelve, entonces, un elector teledirigido. ‘En estas condiciones, el que apela y promueve un demos que se autogobierne es un estafador sin escrúpulos, o un simple irresponsable, un increíble inconsciente’.

”La difusión de encuestas que pretenden retratar a ese desconocido llamado opinión pública, degenera en un gobierno de los sondeos. Sin embargo, éstos no constituyen, de manera alguna, un instrumento del poder de los ciudadanos; por el contrario, son ‘una expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo’. La consistencia de las opiniones expresadas estadísticamente es nula: su argumentación es pobre, su profundidad inexistente. Es tal el margen que existe para provocar una respuesta, manipulando la pregunta, que la opinión que se recoge no es, necesariamente, la del encuestado, sino, por lo general, la que el encuestador persigue. Y en ese caso quien gobierna no es el pueblo, sino los medios.

”Finalmente, y frente a un escenario tan poco alentador, ¿cuál es la salida? Sartori, bien a bien, no lo sabe. Señala, sin embargo, las respuestas equivocadas. En primer lugar, argumenta que la competencia no es una solución, pues lejos de incrementar la calidad de los medios, la disminuye para cautivar a un público acostumbrado a la basura mediática. Rivalizando en conformismo, la competencia entre los medios no acarrea sino un deterioro de su contenido: el sensacionalismo se vuelve más pagadero porque llama más la atención, es más emotivo y no requiere de reflexión profunda. Por si fuera poco, la libertad de expresión presenta un obstáculo que complica sobremanera la cuestión: intentar alterar las transmisiones televisivas podría interpretarse (no sin cierta razón) como una forma de censura. Lo único que queda, pues, es defender al libro: la cultura escrita contra la revolución visual. ¿Pero cómo?

”Homo videns es más una reflexión que un estudio. Se distingue de los demás trabajos de Sartori, especialmente, en cuanto a la profundidad del texto: no es un tema que el autor domine, es, más bien, una asunto que le preocupa. Está lejos de ser un libro especializado (como, por ejemplo, Ingeniería constitucional comparada): el rigor académico de otros trabajos no es tan evidente. Incluso su aparato crítico está mucho menos nutrido. Empero, su agudeza y suspicacia siguen resaltando. Al final, y a diferencia de algunas otras de sus obras, lo que pretende es generar preguntas, no ofrecer respuestas. Desde el inicio, avisa sobre sus intenciones: ‘La mía quiere ser una profecía que se autodestruye, lo suficientemente pesimista como para asustar e inducir a la cautela’. Propone el tema del imperio de la imagen, poniendo énfasis en sus peligros y esperando, así, detener el florecimiento y la expansión del homo videns.”

Pausa para una alocada especulación por sobredosis de Sartori

Podría escribir durante horas sobre la farandulización de la televisión. Sobre los “modelos” propuestos. Pero se me ocurre un pensamiento lateral. Habría que preguntarse si cuando desde la TV y otros medios se nos estan vendiendo como “modelos”, por ejemplo, a adolescentes embarazadas, contestatarias, frívolas, rebeldes, ello, a diferencia de lo que ciertos grupos moralistas pretenden reivindicar, tiene el peligro, no de atentar “contra la familia” sino, peor aún, contra el crecimiento intelectual y emocional parejo de la criatura para que le obligue, por ejemplo, a abandonar estudios y así generar una masa de mediocres sin poder ni herramientas intelectuales. La idea básicamente es: si bien la abuela del barrio ve mal que la adolescente tenga un hijo, esto no es intrínsecamente malo pero sí es complicado, pues cierra los caminos de crecimiento de esa chica. Pero desde la TV se le presenta como ejemplo de “modernidad”. ¿Se piensa sólo en el rating por identificación o se trata de imponer un modelo de conducta? Si es esto último, ¿por qué?

Es posible desde la óptica que estamos planteando, que la “intelligentzia” cultural, el academicismo “adecuado”, este modelo de sociedad neoliberal y pseudoprogresista que se nos vende a diario sean parte de esa programación histórica y mundial. ¿Quién sabe? Como dije, quizás hasta los “psicobolches” de café y los “escépticos profesionales” que invierten su tiempo y hasta dinero de sus bolsillos en atacar la “contracultura New Age” sean parte de esa manipulación, idiotas útiles —o algunos a sueldo— para diseñar lo que es correcto aceptar si uno es un ilustrado cosmopolita a tono con la época, o, por el contrario, prefiere ser excecrado a la cloaca de las creencias populares más o menos aceptadas en tanto o en cuanto no cuestionen el “establishment”. Porque eso es en lo que tenemos que detenernos. Los mismos escépticos recalcitrantes que nos atacan no lo hacen con los obispos católicos, los ministros protestantes, los rabinos judíos ni los imanes musulmanes no porque sus teologías sean más “aceptables” desde el punto de vista de ese racionalismo, sino, simplemente, porque nosotros cuestionamos el establishment, el paradigma, y ellos no. Tan sencillo como eso.

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